Martes, 16 Abril 2024

Vasco de Quiroga será canonizado

Vasco de Quiroga fue un hombre excepcional. La obra realizada en México ha sido reconocida aún por aquellos que denigran a España y a la Iglesia en un proceso histórico difícil, pero que nos hizo ser lo que somos. Los hechos históricos son y punto. Pues bien, la Arquidiócesis de Morelia, encabezada por monseñor Alberto Suárez Inda, acaba de cerrar el proceso diocesano de canonización de Don Vasco. Esto ocurre 449 años después de su muerte, lo cual vino a dificultar la integración de toda la documentación que se requiere para un proceso que es el inicio para llegar a los altares.

Nacido en Madrigal de las Altas Torres, en Castilla, fue paisano de Isabel la Católica. Estudió abogacía, presumiblemente en Salamanca y realizó diversos servicios a la Corona en Española y en África, como juez de residencia en Orán. Finalmente fue nombrado miembro de la Segunda audiencia que vino a tomar cuentas a los integrantes de la primera, que tan mal dejaran parada a la Corona por los abusos y arbitrariedades que cometieron al sustituir Hernán Cortés en el gobierno de estas tierras.

En particular, correspondió a Don Vasco tomar cuentas a Nuño de Guzmán, que había causado gran daño en tierras michoacanas, después de que los Agustinos iniciaran su obra evangelizadora. Todo aquello se había venido abajo como consecuencia de la violencia y las injusticias de Nuño de Guzmán. La obra pacificadora que realizó Don Vasco fue verdaderamente trascendente, pues fundado en el amor, no sólo rescató lo que se había perdido, sino que transformó a los pueblos de la región a tal grado, que su obra y su recuerdo perdura. No en balde se habla de él como "Tata Vasco".

Suele atribuirse al Obispo Don Vasco la obra realizada, y aunque se trata de la misma persona, también se olvida o desconoce la obra del laico que a los 60 años llega a México y se convierte en un ejemplo digno de imitar para quienes no estamos consagrados, pues bien ha merecido el calificativo que le otorga Juan Robles Diosdado en su biografía como "laico misionero" con un espíritu y obra que, en su opinión, se adelantó a lo marcado por el Concilio Vaticano II.

Ante la culminación del proceso diocesano de la causa de canonización, vale la pena detenerse, aunque sea muy brevemente, en algunas de las virtudes que lo adornaron.

La primera a la que haré referencia es a la justicia. Ejemplo de abogado que se comprometió por aplicarla en todas sus dimensiones. Junto con Fray Julián Garcés, obispo de Tlaxcala, y Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapas, Don Vasco conforman la triada fundadora del humanismo mexicano. Un humanismo que si bien se fundaba en la solidez intelectual, no permanecía en castillos de cristal, sino que más que teórico, fue práctico. Los tres coincidieron en el ejercicio de lo que hoy llamamos derechos humanos y en su momento se entendía como el derecho natural. Fueron férreos defensores de los indígenas y de su dignidad. La Información en Derecho de Don Vasco sustenta los principios, a los cuales se aúna la práctica. Lo mismo acudió al derecho para juzgar, que para defender y defenderse en el juicio de residencia que, como rendición de cuentas, debía hacerse a los funcionarios públicos de la Corona.

La segunda virtud, más excelsa, es la Caridad, no entendida como los actos de limosna, con la cual suele confundirse, sino como la virtud teologal del Amor. Esta caridad lo fue por igual a Dios y a los indígenas. Un amor que fue complemento de su compromiso con la justicia. Fue el amor manifiesto a sus semejantes lo que le permitió la reconciliación con los indígenas y el rescate del prestigio de los españoles para que se entendiera que no todos eran iguales. El primer instrumento para ello fueron los pueblos hospital de San Fe, en México, y Santa Fe de la Laguna, en Pátzcuaro.

Los Pueblos Hospital son llamados así por la hospitalidad que los caracteriza, no por los servicios sanitarios que también allí se otorgaban. Estos pueblos constituyen, también, un ejemplo sin par de adelanto de la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia, aún no formulada sistemáticamente como tal, pero derivada naturalmente de las enseñanzas del Evangelio en su aplicación a la vida social. Fue a partir de estos  pueblos, que Don Vasco fundó antes de ser obispo, como laico, sin subsidio alguno, pues los sostenía de su bolsillo e ideó la fórmula para su autosostenimiento, lo que nos ha permitido ver en él a un verdadero civilizador. Los oficios que enseñó y las especialidades que heredó a distintos pueblos purépechas para que se complementaran entre sí, subsisten.

Complementa la organización social y económica de los Pueblos Hospital, la acción evangelizadora y educativa de Don Vasco, pues supo complementar de manera equilibrada le evangelización y la educación, no sólo la elemental, sino la superior en el Colegio de San Nicolás, cuya herencia en la Universidad de San Nicolás de Hidalgo, la Universidad Michoacana permanece. No olvidemos que en su obra educativa fueron formados intelectualmente Hidalgo y Morelos, entre otros ilustres personajes de la historia de México.

Como laico, Don Vasco llamó poderosamente la atención, al grado que siendo laico fue propuesto como obispo al Papa, quien al conocer la obra y las virtudes del candidato, no dudó en aprobar la propuesta, al grado que fue consagrado como sacerdote y obispo en sucesión inmediata por Fray Juan de Zumárraga.

Es Don Vasco un ejemplo de esos hombres que vinieron a conquistar espiritualmente, con las armas del amor, más que tierras, personas y pueblos. Su ejemplo debe ser recordado, difundido y revivido hoy que nuestras tierras, y Michoacán de manera destacada, vuelven a ser víctimas de la violencia.


El Lic. José de Jesús Castellanos López es periodista y Secretario Académico de la Universidad Vasco de Quiroga, en Morelia, Michoacán.