Malta, dos catedrales

Malta, dos catedrales

Visto: 2897

La isla de Malta es pequeña, apenas 27 por 14 kilómetros, pero su historia la hace grande, muy grande, pues en esta isla tuvo lugar la mayor defensa de la cristiandad porque allí, en el centro del mediterráneo, entre Sicilia y el norte de África, se le fijó un límite a la invasión musulmana en el año 1565 cuando, bajo el comando de su gran maestre, Jean Parisot de La Valette, los Caballeros de la Orden de San Juan, resistiendo el sitio establecido por el emperador Solimán, evitaron la incursión sarracena del imperio otomano que, con la flota naval más poderosa de aquel tiempo, quiso invadir a la Europa cristiana.

En Malta hay dos catedrales: la primera en el tiempo, en el centro y en la parte más alta de la isla, en la ciudad de Mdina, conocida amablemente como The Silent City, dedicada al apóstol san Pablo en memoria de su estancia en Malta tras su naufragio del año 60 cuando navegaba de Chipre con rumbo a Roma; y la co-catedral, en la ciudad de La Valetta, que orgullosamente lleva el nombre del heroico gran maestre Jean de la Valette, dedicada a san Juan Bautista, el Santo Patrono de los Caballeros de la Orden.

La catedral de Mdina, que de estilo normando se edificó en el siglo XI en el sitio donde el gobernador romano Publio se entrevistó con san Pablo, se derrumbó por un terremoto en 1693 y fue reconstruida por los Caballeros entre 1697 y 1702 bajo un exquisito proyecto de estilo barroco del arquitecto maltés Lorenzo Cafà conservando los frescos originales del ábside, que ilustran el naufragio paulino y las pinturas de Mattia Preti que presentan la conversión de san Pablo, así como la pila bautismal y los portones, finamente tallados en madera irlandesa, y algunas obras del genio alemán Alberto Durero.

La co-catedral de La Valetta, los Caballeros la edificaron, luego de su llegada a la isla en 1530 y tras la defensa del sitio de 1565, en tan solo cinco años, entre 1573 y 1578 cuando Jean de la Cassière era el Gran Maestre de la Orden de San Juan, que ahora también lleva el nombre de Malta.

Su fachada sencilla, de piedra caliza del mediterráneo, presenta dos torres-campanario. La torre izquierda contiene un reloj que muestra los días del mes, de la semana y las horas del día. El frontón principal lo remata la Cruz de Malta sobre el busto en piedra de Cristo Salvador. Al centro de la fachada, un balcón con ventana es sostenido por dos columnas que abren paso al portón central de madera. En el amplio atrio, algunos cañones recuerdan la defensa de la isla del gran sitio de 1565.

Al interior, la catedral es de tres naves, sin cúpula, con ocho capillas laterales, correspondiente cada una a los prioratos de las lenguas de los Caballeros de la Orden: Anglo-bávara, Provenza, Francia, Italia, Alemania, Auvernia, Aragón y Portugal.

El retablo principal, de estilo barroco, al igual que las capillas laterales, consiste en un gran ábside que presenta al centro una monumental y bellísima escultura del bautismo del Señor por parte de san Juan Bautista, Patrono de los Caballeros de la Orden. A ambos lados de la escultura se ubican los dos órganos monumentales.

El piso es de una belleza excepcional, pues al ser un auténtico cementerio integrado por más de 400 lápidas de tumbas de Caballeros, en cada una de sus lápidas se elaboró un fino trabajo con mármoles de diversos colores a manera de marquetería, pero marmórea.

Su exuberancia decorativa obedece al Gran Maestre Nicolás Cotoner y a Mattia Preti, artista procedente de Calabria y Caballero de la Orden, quien entre 1661 y 1666 decoró los muros de piedra tallada, el techo abovedado y los retablos de las capillas.

El Oratorio de la Catedral lo embellecen dos pinturas del Caravaggio, quien al ser investido Caballero de la Orden, cubrió su Passage en 1608 con el gran lienzo de la Decapitación de san Juan Bautista, la única pintura que Caravaggio firmó, y que lo hizo con la sangre emanada del cuello del Bautista. La otra pintura presenta a san Jerónimo al momento de traducir la Biblia al latín.

Las dos catedrales de Malta, en su belleza excepcional son joyas arquitectónicas y testimonios  del cristianismo mediterráneo, y una de ellas, la co-catedral de La Valetta, conserva una de las mayores reliquias de la cristiandad, dentro de un relicario de oro, plata y cristal, que contiene el hueso del brazo de san Juan Bautista, el brazo con el que bautizó a nuestro Señor Jesucristo.