Miércoles, 24 Abril 2024

Editoriales

Nuestra Señora de Damasco

Nuestra Señora de Damasco

Los rostros del divino Niño Jesús y de la sagrada Virgen María se unen en las mejillas de ambos porque su Hijo quiere depositar un beso en su virgen Madre; la atrae con su brazo derecho y él también se acerca a ella. Es el tipo de icono clasificado en griego como Glykophilousa, que significa, precisamente, Dulce beso; es la Virgen del delicado beso.

En la isla de Malta se localiza una hermosa Virgen glykophilousa del siglo XII venerada bajo el título de Nuestra Señora de Damasco por su procedencia siria, pues originalmente se encontraba en Damasco, de donde en 1475 milagrosamente llegó a la isla de Rodas, en Grecia, donde adquirió el nombre de Damaskiní  bajo la custodia del patriarcado ortodoxo griego y de la familia Calamias, cuyo heredero, de nombre Nikolaos, hijo del Padre Dikeos Calamias, quien también fue sacerdote ortodoxo, se había casado con una distinguida mujer de nombre Ioanna, gracias a quien el icono fue rescatado del ataque sarraceno a Rodas.

En efecto, Rodas sufrió en 1522 un descomunal embate musulmán al que hicieron frente los Caballeros Hospitalarios de la Orden de San Juan que se encontraban en posesión de la isla desde 1309 y que, tras su derrota, tuvieron que abandonar el primer día del año 1523. Durante el asedio, los Caballeros habían llevado el icono a la iglesia de San Demetrio dentro de la ciudad amurallada para resguardarlo. Entre los 500 habitantes griegos que también salieron de Rodas, junto con los Caballeros, para evitar ser avasallados por los otomanos turcos, iba Ioanna, para entonces viuda de Nikolaos Calamias, quien en 1531 llevó consigo el sagrado Icono, en la barcaza Santa Ana, a la isla de Malta, el nuevo territorio cedido por el Emperador Carlos V, a la Orden de San Juan en 1530.

Ya en Malta, el icono se colocó en la iglesia católica bizantina griega de la pequeña ciudad de Birgu. En 1565, Malta sufrió un nuevo asalto musulmán que los Caballeros lograron resistir durante cuatro meses al mando de su Gran Maestre Jean Parisot de La Valette, quien durante el asedio acudía a la iglesia de Nuestra Señora de Damasco a rogar ante el icono y donde, tras la defensa de la isla, en memoria de tan milagrosa victoria dejó allí su sombrero y su espada como ofrendas. Tras el triunfo, Birgu cambio su nombre a Vittoriosa y comenzó a construirse la ciudad de La Valetta para ser la nueva capital de la isla, en sustitución de la antigua sede en Mdina. Como parte de las construcciones en La Valetta, Ioannes Calamias, el hijo de Ioanna, hizo edificar en 1580 una nueva iglesia greco-católica en la flamante ciudad para entronizar el venerado icono que en 1587 se trasladó en una galera de la Orden, en solemne procesión, de Vittoriosa a La Valetta, donde hasta ahora se conserva.

El 25 de octubre de 1931, el icono fue objeto de coronación apostólica con motivo del XV centenario del Concilio de Éfeso en el que se proclamó Madre de Dios a la Virgen María y con ocasión del cuarto centenario del arribo de la Damaskiní a Malta.

En la II Guerra Mundial, entre 1940 y 1943, por estar en aquel tiempo bajo dominación británica, Malta fue objetivo de bombardeos que derribaron edificaciones en La Valetta, entre ellas la iglesia de Nuestra Señora de Damasco que quedó destruida el 24 de marzo de 1942. Milagrosamente, el icono de la Virgen Damaskiní se salvó gracias a que para protegerlo de los bombardeos se había llevado a la pequeña ciudad de Gzira.

Sobre un fondo de oro rematado por dos arcángeles, la Virgen viste un gran maphorion color bermellón, con filos dorados, sobre su túnica color azul oscuro de la que sólo es visible la manga derecha también adornada con filamentos en oro. El Niño Jesús viste túnica color azul oscuro ceñida por una faja roja y reposa tranquilo en el brazo izquierdo de su Madre mientras ella lo muestra con su mano derecha al espectador, a quien mira con sus grandes y almendrados ojos claros mientras recibe el tierno abrazo de su divino Hijo que con dulzura une su mejilla a la de ella.

El icono de Nuestra Señora de Damasco ha sido intervenido en 1930, luego entre 1963 y 1966, y nuevamente entre 2018 y 2021 para su conservación, respetando en esta restauración el escrito original, aunque, por tratarse de un objeto de oración devocional, se decidió reelaborar las partes faltantes, como los pies del Niño Jesús, mediante el retoque de selección cromática a fin de diferenciar las zonas que se integraron posteriormente.