Miércoles, 24 Abril 2024

San José

San José, modelo de espera en la salvación

Por este medio podemos acercarnos de diversas a maneras a la vida del mundo, al pasado, al presente y a lo trascendente. La Biblia es un medio eficaz para tener un encuentro con los “amigos fuertes de Dios” y con Dios mismo. Muchos de ellos tuvieron contacto con la Palabra de Dios, la hicieron suya, la encarnaron y nos la transmitieron trascendiendo su tiempo y el nuestro. Esto mismo paso con José el esposo de María, de quien Jesús, el Hijo de Dios, nacería.

Enseguida les propongo que hagamos una reflexión con esta lectura de forma divina, siguiendo estos pasos:

1) Leer con sumo cuidado y atención el pasaje bíblico:

Mateo 1, 16. 18-21. 24

“Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: -José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados-. Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor”.

2) En silencio, abrimos el corazón a Dios que nos habla

3) Ahora vamos a meditar con lo siguiente:

El pasaje bíblico está tomado del Evangelio de San Mateo, y forma parte del capítulo 1, que habla sobre la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Pues “el Mesías debería ser un descendiente de David y el término “hijo de Abraham” se aplicaba a todos los judíos, Mateo inicia diciendo a todos que Jesús era judío. Pero como también en Abraham Dios prometió bendecir a todos los pueblos, a todas las naciones, Mateo nos muestra el vínculo de Jesús con los grandes patriarcas y su ascendencia real davídica.

José es hijo de Jacob y es esposo de María, es decir, que estaban comprometidos para contraer nupcias. María quizás tendría 14 o 16 años de edad y José unos 18 o 20 años. Y posiblemente los papás de ambos concertaron esta unión con el consentimiento de ambos. Y pasaba hasta un año para que se efectuara la boda. Y en tal caso, cualquier relación íntima con otra persona se consideraba adulterio (véase Deuteronomio 22,23-27).

Las leyes que castigaban el adulterio lo hacían con la pena máxima bajo la lapidación, castigo que se aplicaba incluso durante el compromiso, pero en tiempos de José sólo se hubiese exigido el libelo de repudio exponiendo a María a la vergüenza.

La palabra ángel significa mensajero, de allí que quien revela en sueños a José que el Hijo que espera María sea de Dios, es un ángel. Y el nombre Jesús-Yeshua significa Salvador. Así que lo que hará Jesús es “ser Jesús”, es ser SALVADOR. En Mateo es muy común que Dios intervenga de modo sobrenatural para guiar a alguien, como a los Magos a través de la estrella; y a las mujeres, en el sepulcro vacío, los ángeles.

Era de uso común que los padres dieran a sus hijos un nombre que significara algo, por lo tanto, cuando el nombre lo daba Dios, el nombre resultaba especialmente significativo.

4) A continuación vamos a orar y a actuar:

Toda la Biblia enseña que Dios promete ser salvador, que enviará al Mesías, al Ungido, al Cristo (véase Jeremías 23,5-6), y la salvación es mucho, pero mucho más que tener el perdón personal. Todos los libros de la Biblia enseñan cómo el pueblo oraba para que Dios los librara de las consecuencias de sus pecados, de estar dominados por sus enemigos. Y muchos están seguros de que esa liberación de parte de Dios sucederá cuando el pueblo en conjunto se corrija y se convierta a Dios de todo corazón. Esta es la experiencia de Mateo, quien fue liberado, y en el banquete que ofrece a Jesús invitó a sus amigos, a los que eran como Mateo, pensando lógicamente que si Jesús lo llamó a él, que si lo salvó a él, también lo haría con los que eran como él.

En este fascinante Evangelio de San Mateo, que en el ciclo trienal le corresponde el ciclo litúrgico A, que estamos leyendo en Misa los domingos, José actúa como los hombres y las mujeres del Antiguo Testamento, que obedecieron el llamado de Dios.

José es descendiente de una dinastía que supo de la corrupción humana, como David, Acaz o Sedecías, pero sabía que Dios es fiel a sus promesas de levantar un rey justo cuyo reino no tendría fin, pues Dios siempre cumple todas sus promesas. En José, Dios nos muestra como a los Patriarcas y a los Profetas, que debemos «esperar contra toda esperanza» véase (Romanos 4,18).

María y José quedaron unidos por Dios al enfrentar el enorme desafío a su fe y confianza en Dios. A ambos se les pide asumir una carga de responsabilidad enorme. María fue la primera en asumirlo, y José asume el compromiso de velar por ella y su Hijo. Aun cuando esto era contra todo sentido común y lógica humana, José recibe a María su esposa.

José es un hombre lleno del Espíritu Santo, es justo y lo espera todo de Dios. Sin embargo no quiso castigar a María con el repudio público. Dios lo recompensó no sólo con la orientación y consuelo, sino con la garantía divina de que Él lo había llamado a ser el esposo de María, y de asumir la misión de ser padre para el Hijo de Dios Todopoderoso.

José creyó y aceptó el mensaje divino, creyó y aceptó a María como su esposa, creyó y aceptó al Niño en su seno como el Mesías prometido. Por eso podemos decir: “San José, auméntanos la fe”. José es modelo para todo aquel que espera la salvación de su Pueblo y la liberación de los pecados aún de los ascendientes. Por eso es “nuestro” Santo Patrono, porque es modelo de espera en la salvación.

No hemos de esperar solo el perdón personal de nuestros pecados, sino la salvación de nuestro Pueblo, de todos los pueblos…

Nota: El Padre Daniel Valdés García es Doctor en Bioética y presbítero de la diócesis de Toluca, México.