Desde pequeño he sentido una gran admiración por San José, ya que tuve la dicha de nacer y crecer en un hogar católico, donde se le da un valor especial a La Navidad, la época del Niño Jesús, pero también la época de La Sagrada Familia, quizás por eso son muy especiales para mí, El Niño Jesús, La Santísima Virgen María y El Glorioso San José.
Creo, a mi manera de ver, que el simple hecho de ser “el papá del Niño Jesús” es bastante significativo, porque la figura paterna es muy importante para mí. Para mí siempre fue bien importante el haber podido cargar a mis hijos, atenderlos en sus necesidades y requerimientos, llevarlos al parque, a paseo, darles la comida, socorrerlos cuando se lastimaban y solo de imaginar que San José tuvo ese privilegio de ser el guía, el tutor, el representante del Hijo de Dios, y de manera valiente, gallarda y obediente enfrentar cualquier mal comentario y cumplir cabalmente con ese compromiso de forjar esa personalidad humana que debe haber tenido El Niño Jesús y en unión de Su Santísima Esposa poder decir que lo habían hecho de lo mejor; debe ser La Bendición más grande que debe recibir cualquier ser humano.
Por eso siempre ha sido muy importante para mí en el transcurrir de mi vida y también por haber tenido la dicha de estudiar en un colegio católico salesiano, donde San José era, es y debe seguir siendo la base de una formación bien sólida.
Ya de adulto tuve la dicha de casarme y adquirir al mismo tiempo un valor agregado muy importante: una niña. Fue así que bajo la protección, bendición e inspiración del Glorioso San José, la pude ayudar a crecer, a formarse y a realizarse de la mejor manera posible, no exento de errores, pero que gracias a Dios y a La Divina Pastora se pudieron corregir, y obtener el fruto más deseado: una hija, de unos principios y valores increíbles, toda una brillante profesional, feliz y exitosamente casada y que me quiere mucho. Tuve la dicha de tener dos varones, gracias a Dios saludables y muy avispados, uno por esas razones como de orgullo lleva mi nombre y la protección de ese santo tan especial, patrono de los no nacidos, San Ramón, el otro, pues por supuesto bajo la mejor tutela y protección, lleva orgullosamente el nombre de mi Santo favorito, el nombre de José; que por supuesto aparte de la lógica protección de su ángel de la guarda, ha contado con la protección de La Santísima Virgen, en su advocación de La Divina Pastora y con la gran protección y guía del Glorioso San José y aunque no tuve la suerte de continuar casado, tengo la dicha y la bendición de contar en la actualidad con tres personas que se sienten orgullosas de haberse formado de esa manera y que con mucho orgullo agradecen al cielo que yo haya sido su papá.
Así pues que con todo orgullo puedo decir que gracias a Dios y a La Santísima Virgen he podido tener una buena vida y la voy a continuar teniendo, bajo la protección y guía del Santo más increíble con que podamos contar los humildes mortales: El Glorioso San José. Para despedir quiero dejar esto:
Según lo cuenta la Tradición, que el Señor le prometió a San José, durante su tránsito de este mundo al Cielo, lo siguiente: “Al que escriba tu historia, tus obras y tu partida de este mundo y las palabras salidas de mi boca, lo confiaré a tu custodia por todo el tiempo que permanezca en esta vida. Y cuando su alma abandone su cuerpo y tenga que dejar este mundo, yo quemaré el libro de sus pecados, y no lo atormentaré con ningún suplicio el día del juicio; y haré que atraviese sin dolor ni quebrantos el mar de fuego”.
San José es el santo patrono para pedir una buena muerte, ya que aunque se desconoce la fecha exacta de su muerte, la Tradición de la Iglesia menciona que murió como cualquier cristiano quisiera morir, acompañado de Jesús y de la Virgen María; es por ello que los que creemos y difundimos esta tradición, esperamos morir de igual manera en que lo hizo el Santo casto y silencioso El Glorioso San José.
San José es el noble ejemplo de ser Santo, haciendo de la vida ordinaria algo Extraordinario.
Oración a San José para pedir una buena muerte
Poderoso patrón del linaje humano, amparo de pecadores, seguro refugio de las almas, eficaz auxilio de los afligidos, agradable consuelo de los desamparados, glorioso San José, el último instante de mi vida ha de llegar sin remedio; mi alma quizás agonizará terriblemente acongojada con la representación de mi mala vida y de mis muchas culpas; el paso a la eternidad será sumamente duro; el demonio, mi enemigo, intentará combatirme terriblemente con todo el poder del infierno, a fin de que pierda a Dios eternamente; mis fuerzas en lo natural han de ser nulas: yo no tendré en lo humano quien me ayude; desde ahora, para entonces, te invoco, padre mío; a tu patrocinio me acojo; asísteme en aquel trance para que no falte en la fe, en la esperanza y en la caridad; cuando tú moriste, tu Hijo y mi Dios, tu Esposa y mi Madre, ahuyentaron a los demonios para que no se atraviesen a combatir tu espíritu. Por estos favores y los que en vida te hicieron, te pido ahuyentes a estos enemigos, para que yo acabe la vida en paz, amando a Jesús, a María y a ti, Glorioso San José. Amén.
- Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía.
- Jesús, José y María, asístanme en mi última agonía.
- Jesús, José y María, reciban cuando muera, el alma mía.