El primer milagro obrado por Jesús, referido en el evangelio de san Juan, consistió en transformar el agua en vino, un milagro que resultó a pedido de su madre, la Virgen María, como si ella le indicase así a su hijo el momento de su manifestación pública como el Mesías esperado por siglos. Se trata de una de las tres epifanías, o amplias manifestaciones del Señor, además de la Adoración de los magos y el Bautismo de Jesús.
La Navidad no termina el 26 de diciembre, es un tiempo litúrgico que se extiende por dos semanas hasta la festividad del Bautismo del Señor, que cada año se celebra luego de la Epifanía.
La Sagrada Escritura refiere que “por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán” (Mc 1,9). Es una narración inquietante porque sabemos que Jesús es libre de pecado, de culpa, y que no requiere de la conversión a la que el bautismo de Juan convoca, pero el texto nos ubica en una de las escenas más conmovedoras en la vida de Jesús al ver que se forma en la fila de los que serán bautizados para estar junto a los pecadores, con ellos y con nosotros, para caminar a nuestro lado, para alegrarse o para sufrir con nosotros; y lo hace no a pesar de nuestros pecados, sino con nuestros pecados, pues él no pierde la esperanza de nuestra conversión porque anhela la salvación de todos, de cada uno.
En su Mensaje Mundial por la Paz para el año 2022, el papa Francisco propone tres caminos para construir una paz duradera: el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos; la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo; y el trabajo para una plena realización de la dignidad humana.
María, descendiente del rey David, por ser de estirpe real había sido educada en el templo de Jerusalén, un privilegio reservado a pocas chicas. Sus padres, san Joaquín y santa Ana, que tenían su propia casa en Séforis, capital de Galilea, donde ella nació, le dejaron en herencia otra casa que ellos poseían en Nazaret, una morada edificada a partir de una gruta con buenos materiales.
Para la celebración del cuarto Domingo de Adviento de este año 2021, la lectura del Evangelio relata la visitación de la Virgen María a santa Isabel, madre de san Juan Bautista, una festividad que, con el título de La Visitación de la Virgen María, el calendario litúrgico indica que sea el día 31 de mayo de cada año la fecha para su celebración; pero esta acción emprendida por la Virgen María también es vista como un relato que es propicio para el Adviento.
Conocido como San Nicolás de Bari, pues su cuerpo reposa en esta ciudad italiana, es un santo ampliamente conocido y venerado en todo el mundo cristiano. Es el Santo Patrono de Turquía, de Rusia y de Grecia. Nació en Turquía, y en Roma se le edificó una iglesia desde el año 550. San Metodio, obispo de Constantinopla, escribió su hagiografía y muchos santos, entre ellos Juan Crisóstomo, han escrito ampliamente sobre él. Además, el famoso y simpático Santa Claus, que se hace presente en el tiempo de Navidad, no es otro sino él mismo.
Gran santa que conoció personalmente a Jesús, conocida como La Discípula Fidelísima, es santa María Magdalena, quien en Francia, Italia, España y prácticamente en todo Europa goza de una gran devoción, pues no hay ciudad ni poblado en donde no se le haya erigido una basílica, una iglesia o alguna capilla. En México, lamentablemente no es así.
En aquellos tiempos en los que Jesús caminaba por nuestro mundo, las personas que padecían la lepra eran dolorosos retratos de la existencia humana, eran hombres prohibidos atrapados es sus propias llagas, hundidos en terrores, hijos de la muerte que se escondía detrás de sus ojos, individuos de risa olvidada, de invisible esperanza.
Los dos primeros discípulos de Jesús, Simón y Andrés, un par de hermanos pescadores del mar de Galilea, invitaron a Jesús a comer para que honrara su casa, y acordaron que fuese un sábado luego de alabar a Dios en la sinagoga de Cafarnaúm: “Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y le hablan de ella” (Mc 1,29-30).
Existe la creencia generalizada, aunque no es así, de que la Fe y la Ciencia se contraponen, cuando al contrario, se complementan. Es probable que esta falacia se haya extendido tras el juicio a Galileo Galilei o a partir de la persecución que la iglesia anglicana emprendió contra Charles Darwin por su teoría de la Evolución de las especies en la que propone como antecedente del hombre a un primate primitivo.