Martes, 28 Noviembre 2023

Editoriales

La blasfemia contra el Espíritu Santo

La blasfemia contra el Espíritu Santo

Los escribas que se habían desplazado desde Jerusalén hasta la pequeña aldea de Nazaret con el objetivo de difamar a Jesús mediante la calumnia de proferir que estaba poseído por el demonio (Cfr Mc 3,22), habían incurrido también en una blasfemia al asegurar que los milagros y curaciones que Jesús obraba no eran fruto del amor de Dios, sino que emanaban de un poder diabólico.

Jesús fue acusado de estar endemoniado

Jesús fue acusado de estar endemoniado

Luego de recorrer varias aldeas de Galilea, el Señor regresó a Nazaret en compañía de los apóstoles. Mientras tanto, los poderosos de Jerusalén, que se habían enterado de sus milagros y del poder que él ejercía para conjurar demonios, echaron mano de unos emisarios: “Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios»” (Mc 3,22).

¿Estaba Jesús fuera de sí?

¿Estaba Jesús fuera de sí?

Tras haber creado al grupo de los Doce, para que estuviesen con él y para enviarlos a predicar confiriéndoles el poder de expulsar demonios, Jesús regresó a Nazaret: “Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: «Está fuera de sí»”. (Mc 3,20-21).

¡Con cuánto amor nos llama Jesús!

¡Con cuánto amor nos llama Jesús!

El monte es identificado en la Escritura sagrada como el lugar de Dios. Del monte se asoma el sol en las auroras y por entre las montañas se ausenta por las tardes, desde allí ruge el trueno y resplandece el relámpago, ahí se congregan las nubes que bañarán los valles. Dios le habló a Abraham en la montaña y en el monte entregó a Moisés las Tablas de la Ley.

Seguir o perseguir a Jesús

Seguir o perseguir a Jesús

Luego de haber restablecido la mano inservible de un hombre en la sinagoga de Cafarnaúm, en sábado, demostrando así que siempre es lícito hacer el bien en vez del mal, el Evangelio narra que los seguidores de Jesús crecían en número y que ya eran multitudes las que le seguían: “Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él” (Mc 3,7-8). Siete es el número teológico que significa perfección y plenitud, y pues a Jesús lo sigue una muchedumbre proveniente de siete lugares, el número enfatiza que la manera de seguirlo ha de ser perfecta para alcanzar la plenitud.

El Papa ha muerto

El Papa ha muerto

Las 9:34 horas de la mañana del último día del año 2022 fue el momento que puso fin al prolongado martirio del papa Benedicto XVI, un martirio que se intensificó en los últimos diez años de su vida. Todo mártir deja, con su muerte y tras su sufrimiento, un testimonio de amor a Cristo y de fidelidad a la Iglesia, y esto hizo el Papa, tanto en su pontificado activo, como en su retiro sin pontificar, bajo la inédita figura de Papa Emérito.

Se confabularon para eliminar a Jesús

Se confabularon para eliminar a Jesús

Una mañana, como gustaba de hacerlo, Jesús acudió a la sinagoga de Cafarnaúm con el deseo de instruir acerca de la observancia del sábado y enseñar que la obediencia a Dios lleva siempre a buscar el bien de los hombres porque la voluntad de Dios es que el hombre llegue a la plenitud. Pero se encontró con la incomprensión: “Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si lo curaba en sábado para poder acusarlo” (Mc 3,1-2).

Primero Dios y luego el hombre

Primero Dios y luego el hombre

Hay cosas del judaísmo que Jesús confirmó, hay otras que derogó, como la observancia estricta del sábado; no porque no fuese bueno reservar un día de la semana para el encuentro con Dios, sino porque esa observancia se fundamentalizó y fue llevada al extremo, tal como narra el Evangelio: “Y sucedió que un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Le decían los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?». (2,23-24)”.

Jesús propuso una vida nueva

Jesús propuso una vida nueva

En una de tantas confrontaciones de los fariseos a Jesús, luego de la comida en casa del publicano Leví, cuando les dijo que había venido a buscar a pecadores, le reclamaron que sus discípulos no estaban guardando el ayuno: “Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar». Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día” (Mc 2,18-20).

Concepción Inmaculada

Concepción Inmaculada

El dogma de la Inmaculada Concepción de María declara que, por una gracia especial de Dios, ella fue preservada de todo pecado desde que fue concebida por sus padres san Joaquín y santa Ana; dogma de fe que fue proclamado por el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 mediante la bula Ineffabilis Deus.

Vino a llamar a pecadores

Vino a llamar a pecadores

Luego de que el Señor acudió a buscar al publicano Leví para que fuese uno de sus apóstoles, como si la Vida le hablara a la muerte, él quiso invitarlo a su casa con los demás discípulos: “Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían. Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores?». Al oír esto, Jesús, les dice: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores»” (Mc 2, 15-17).

Se levantó y lo siguió

Se levantó y lo siguió

Luego de haber llamado a sus cuatro primeros discípulos, Simón, Andrés, Santiago y Juan, el Señor fue a buscar al quinto de ellos: “Salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió” (Mc 2,13-14). Toda la gente acudía a él, excepto Leví, considerado, por ser publicano, como el más grande pecador.

Tus pecados te son perdonados

Tus pecados te son perdonados

En la aldea de Cafarnaúm Jesús había liberado a endemoniados y curado a todos los enfermos, excepto a uno, que estaba impedido de caminar. Sin embargo, este hombre contaba con cuatro muy buenos amigos que, al enterarse de que Jesús había regresado a la aldea, lo llevaron ante él. “Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la palabra. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico” (Mc 2,1-4).